Fecha: 20 mayo, 2015

Se cumplen tres décadas desde que el último tren de viajeros recorriese las vías de Laguna de Duero, cuyo apeadero es hoy en día una casa particular

Corría el invierno de 1895 y, a pesar de la nevada, los vecinos se arremolinaban en el nuevo apartadero. La prensa y las autoridades se convertían en testigos del paso del primer tren que atravesaría el pueblo con destino a tierras aragonesas. Al fin, Laguna tomaba lugar en el mapa ferroviario nacional. Desde entonces, un mozo de agujas sería el responsable de una coqueta casa estación, con su propia sala de viajeros y ubicada algo a desmano del núcleo urbano.

A pesar de que Laguna de Duero no estaba en los planes iniciales para formar parte de la ruta, cuyo primer proyecto se remonta a 1863, las posteriores modificaciones del trazado viario desarrolladas por la Compañía de Ferrocarril del Duero llevaron las vías a los pies de la ermita del Villar. A partir de entonces, los laguneros comenzaron a encontrar esta línea como un interesante medio de salida de la producción agraria. Hasta tres básculas serían instaladas para que los labradores pesasen sus carros de remolacha.

Durante sus primeros años las mercancías fueron el uso primordial de este camino de hierro, aunque a comienzos de siglo el número de pasajeros que lo usaban aumentaría en más de 100.000 al año. Durante la Guerra Civil fue el medio para trasladar tropas al frente de Aragón, y ya durante el franquismo llegó a su máximo apogeo con la presencia de trenes transversales de RENFE como el TAF, el TER o el gran expreso de Barcelona a La Coruña, que prestó servicio de 1949 a 1969. Con el paso de los años, la competencia de autobuses y camiones propició que la línea dejase de ser rentable. A la larga, el casi nulo mantenimiento de las vías llevó a que el tráfico fuera desviado por Miranda de Ebro. El último tren de viajeros cruzaría la línea en 1985, mientras que los de mercancías mantendrían su actividad hasta 1994.

Ha pasado el tiempo y de la flamante ruta que pasaba por Laguna queda poco más que las vías oxidadas junto a Los Valles. Parte de su trazado -700 metros- fue objeto de un intento de robo hace un año para ser vendido al peso. Hoy tan solo queda operativo el tramo de la línea usado por la FASA, y el antiguo apartadero de Laguna es una casa particular, aunque está protegido como edificio histórico y aún cuenta con su reloj original e incluso los viejos cables de telégrafo.

A pesar de los intentos de poner en marcha un plan para recuperar la ruta del Duero -como tren metropolitano Valladolid-Laguna-Tudela o incluso como propuesta turística, ellamado ‘Tren del lechazo’- el alto coste que tendría renovar la vía y la llegada de la crisis han sentenciado la recuperación de esta línea. De su provechoso pasado queda hoy su esqueleto de metal, camuflado cada vez más por los designios de la naturaleza.

Algunas fotografías han sido cedidas por Armuña Geographic