Fecha: 24 mayo, 2016

Tras pasar seis meses estudiando en Brasil, el pedagogo David San Segundo Rodríguez colabora en un proyecto de cooperación internacional en la ciudad boliviana de Potosí, donde presta apoyo educativo a niños y adolescentes trabajadores

Han pasado siglos desde que comenzó el expolio que llevó la colonización a Potosí. De sus ricas minas de plata queda hoy solo un legado de miseria y exclusión social. Entre quienes se vuelcan para evitar que esta siga marcando a las generaciones futuras se encuentra el lagunero David San Segundo, que colabora prestando apoyo a los llamados canillitas: los niños vendedores de periódicos.

¿De donde viene tu vocación por la pedagogía?

Nunca fui un alumno modelo. Estudiaba por inercia, como la mayoría de los jóvenes en este sistema educativo que tanto falla. El hecho de querer mejorarlo y que se ofrezcan las mismas oportunidades a todos los estudiantes me llevó a interesarme por la educación definitivamente.

¿Cómo fue tu decisión de marcharte a Brasil y a Bolivia?

Mi experiencia previa en Londres me sirvió como motor de impulso. Quería irme cuanto más lejos mejor, y no dudé ni un momento. Primero estuve seis meses estudiando en Brasil pero es en Bolivia donde realmente estoy aprendiendo y cambiando mi visión del mundo gracias a esta beca de cooperación internacional.

¿Cuáles fueron tus impresiones al llegar a Potosí?

Fue un choque cultural para mis sentidos, todo es muy diferente a España. A su vez es una de las ciudades más pobres de Bolivia, con la mayoría de población de origen indígena o del área rural, y está en plena decadencia por la escasez de minerales o poca cotización internacional de los mismos. En sus mejores épocas, dicen, los caballos tenían herraduras de plata y la ciudad contaba con 160.000 personas; cien años después la ciudad estuvo a punto de desaparecer. Su relación con la mina ha sido siempre muy inestable.

¿En qué consiste tu trabajo y cómo es tu día a día?

Trabajamos con niños y adolescentes de entre 8 y 19 años que trabajan todos los días desde las seis de la mañana hasta que venden el último periódico. Nuestra labor consiste en que mejoren sus ventas, trabajen menos horas y puedan ir a la escuela o hacer sus tareas. Paralelamente les enseñamos la importancia de la educación y la familia a través de talleres, juegos y actividades.

¿Qué necesidades tiene Bolivia en materia de educación?

Muchas y muy urgentes: el 39% de la población vive en la pobreza, y el analfabetismo es altísimo entre los niños del ámbito rural. Aquí los pedagogos tenemos una tarea grandísima al abordar la igualdad de género o la sexualidad.

¿Qué te está aportando este proyecto a nivel profesional?

Mi perspectiva del mundo ha cambiado radicalmente. Trabajar en un contexto tan duro te hace replantearte lo injustamente que está repartido el pastel y de qué manera somos responsables en Europa. A los españoles nos hacen bromas sobre la plata que nos llevamos con la que, dicen, se podría construir un puente de aquí a España. Y a pesar de todo son respetuosos con nosotros.

¿Cómo te planteas tu futuro?

Esta vivencia es una oportunidad que puede abrirme puertas en otros proyectos de cooperación. Volveré a España para acabar la carrera y después es difícil saber qué pasará. De cualquier manera, la situación actual allí, sobre todo en relación a la gente joven, es bastante vergonzosa y se le quitan a uno las ganas de emprender cualquier proyecto de vida allí o en Europa.

Para obtener más información sobre el proyecto o para llevar a cabo cualquier tipo de donación está disponible el siguiente correo electrónico: natspotosi@gmail.com (Coordinadora: Luz Rivera)