Fecha: 12 noviembre, 2019
La arqueóloga lagunera Margarita Sánchez ha trabajado en el Museo de las Villas Romanas desde su inicio, insistiendo en difundir su valor patrimonial entre los más jóvenes
Fascinada por la historia del Imperio Romano, Margarita Sánchez tuvo claro, desde su etapa estudiantil, que quería dedicarse a descubrir los vestigios de la antigua Hispania. La lagunera completó su trayectoria doctorándose en la Universidad de Valladolid en Arqueología e Historia Antigua, y pasó a convertirse en investigadora, un papel que siempre ha compaginado con la docencia como profesora asociada en la Universidad de Burgos. Y es que “una parte muy importante de la arqueología es su difusión”, apunta quien, a la postre, ha terminado convirtiéndose en la arqueóloga del Museo de las Villas Romanas, impulsado por la Diputación y enclavado entre los municipios vallisoletanos de Almenara de Adaja y Puras.
Ya desde los noventa, Sánchez ha trabajado dirigiendo proyectos de puesta en valor patrimonial en enclaves como Uxama Argaela -en Burgo de Osma- además de otros asentamientos como los de nuestra provincia. Así, ha publicado numerosos artículos sobre este tipo de villas, dando a conocer cómo era la vida de los hispanos en el entorno rural de la meseta. En el caso del Museo de las Villas Romanas, su trabajo ha estado presente desde su apertura, en 2003, desarrollando todas las tareas de conservación, puesta en valor y difusión.
“Se trata de un museo vivo donde hemos ido incrementando conocimientos y contenidos, ampliando paulatinamente las instalaciones”, afirma la lagunera, quien ha potenciado una apuesta educativa y divulgativa rompedora. En este sentido, ha colaborado en el desarrollo de visitas teatralizadas, recreaciones históricas, cuentacuentos e incluso encuentros de poesía, destinados todos ellos a calar entre el público más joven. “Hemos logrado conectar especialmente con el público escolar, concienciando desde el respeto al patrimonio”, señala Sánchez.
“Nuestra provincia y nuestra región tienen grandes referencias de su pasado romano. Ciudades como León, Astorga o Ávila tienen sus raíces en esa esencia, la cual podemos encontrar en puntos de Valladolid como Pintia, Simancas o Tiedra”, señala la arqueóloga, quien destaca que este legado lo encontramos incluso en nuestros ejes viarios actuales. Tras recibir el museo premios como la medalla Europa Nostra o el galardón AR&PA en 2014, Sánchez asume “una gran exigencia” a la hora de mantener el nivel y la calidad en las instalaciones y contenidos del mismo.
Como investigadora, la lagunera considera que “se puede hacer más” en materia de difusión y defensa del patrimonio, si bien es consciente de que “es una tarea muy compleja y no siempre depende de las instituciones, sino de equipos formados por investigadores o de otras entidades”. “Se tienen que dar las circunstancias para dar salida a un yacimiento, y sería muy difícil potenciar y conservar demasiados enclaves a la vez”, apostilla.
En cuanto al campo de la arqueología y el futuro de esta carrera, la lagunera explica que “al disminuir el número de alumnos que quieran estudiarla, hay menor número de profesores, los cuales a menudo también son investigadores. En consecuencia todo acaba repercutiendo negativamente en el mantenimiento de estas disciplinas y en la sostenibilidad económica de la investigación”. “Al final, los estudiantes de arqueología terminan dedicándose a la docencia, puesto que formarse como investigador lleva muchos años y no da garantías de futuro a largo plazo”, lamenta.
Con la vista puesta en el reto de seguir impulsando esta investigación, Sánchez insiste en que “la arqueología es una ciencia que tiene muchas aplicaciones, no solo en este campo, sino por ejemplo en el desarrollo de las grandes infraestructuras, el urbanismo o los ejes de comunicación”. Ante el riesgo de perder la perspectiva del valor de nuestro patrimonio, sobre todo entre las generaciones venideras -se siguen produciendo casos de vandalismo en monumentos de toda España- la lagunera continuará dando valor a la difusión de nuestras raíces. “Nuestro deber es que los más jóvenes valoren los tesoros que tenemos tan cerca”, concluye.
Fotografías: Diputación de Valladolid.