¿Sientes hormigueos en los pies o las manos?

El lagunero Diego González Fernández -Graduado en Fisioterapia y en Ciencias de la Actividad Física- explica las causas que hay detrás de la sensación de hormigueo en las extremidades

«Pues este dedo no lo siento”. “Noto que a veces no tengo fuerza al agarrar cosas”. “A veces me despierto por las noches con la mano dormida”. “Siento como hormigueo por los dedos”. “Me baja como una línea de hormigas por las piernas”.

Si te sientes identificado con estas frases, esto te interesa.

La sensación de hormigueo (generalmente nocturna, aunque a veces también diurna) es una señal de que algo ocurre a nivel del tejido nervioso periférico, es decir, en los nervios que nos recorren las extremidades. Lo que suele ocurrir generalmente es una compresión que disminuye el aporte sanguíneo al nervio.

Suele darse, sobre todo, en los dedos de manos, las zonas más distales a las que llega el sistema nervioso periférico. A mayor recorrido que tenga que atravesar el nervio mayor es la probabilidad de que sufra alguna compresión.

Esa compresión puede ocurrir por múltiples causas, y en cualquier punto de todo el recorrido nervioso.

Por ejemplo, el hormigueo en las manos puede ser debido a una compresión articular a nivel cervical (en el origen del nervio) por una protusión, puede ser a nivel del antebrazo por un todo demasiado alto de algún músculo, por compresión mantenida en la muñeca por una postura en el trabajo… por lo que cada caso puede ser diferente y mostrar los mismos síntomas.

Cuando el sistema nervioso periférico no se encuentra cómodo suele dar avisos, y el más fácil de identificar son esos hormigueos, y que son fáciles de reproducir. Si nos atamos un cordel alrededor del dedo, al cabo de un tiempo, aparte de que se inflame, dejaremos de sentir el dedo a partir de donde hayamos puesto el cordel. Si nos tumbamos sobre un brazo, al rato lo tendremos dormido totalmente o con sensación de hormigueo. En las piernas nos pasa también cuando estamos un tiempo prolongado sentados de tal forma que comprimimos el nervio ciático o alguno de sus vasos y raíces. Todo esto ocurre por la disminución de perfusión al nervio (aporte sanguíneo).

Si tenemos alguna alteración, estos hormigueos suelen ocurrir por las noches por este mismo motivo. Mientras dormimos las pulsaciones bajan, nuestra presión sanguínea disminuye y la irrigación de todos los tejidos es menor. Los nervios son muy dependientes de recibir mucha sangre, en cuanto detectan que se les corta el grifo se ponen “nerviosos”.

A nivel clínico, en fisioterapia dividimos en la valoración del sistema nervioso periférico entre signos negativos y signos positivos.

Los signos negativos no suelen dar dolor, pero cursan con una pérdida de la conducción nerviosa, causando alteración de reflejos, de sensibilidad y o de fuerza y están relacionados con lesión en el nervio.

Los signos positivos suelen dar dolor, pero no cursan con pérdida de conducción nerviosa. Estos signos se relacionan con cambios fisiológicos asociados a una lesión.

En la valoración se busca encontrar el foco que está causando la molestia y actuar sobre él en el tratamiento. La compresión en el nervio cubital, por ejemplo, que cursa con hormigueo en el dedo meñique, puede venir desencadenada por una compresión a nivel cervical, o a su paso por la epitróclea o a nivel de la muñeca.

Hay que tener en cuenta que hay causas que son difíciles de abordar mediante fisioterapia, como son los hormigueos que a veces provoca el tratamiento de quimioterapia o en afectaciones nerviosas tras un accidente de tráfico o cirugía, por lo que hay que estudiar bien cada caso de forma individual.

Sabiendo todo esto, si llevas un tiempo con esta sensación extraña en alguna extremidad, acude a que te lo valore tu fisioterapeuta y que no vaya a más.