Fecha: 12 enero, 2016

Gloria del Amo es psicopedagoga especializada en autismo infantil. Gracias a una beca ha tenido la oportunidad de involucrarse en un proyecto de desarrollo en Argentina, donde ha trabajado con niños en situación de pobreza extrema. Además, ha recorrido Bolivia y Perú, transformando su concepto del mundo

Se marchó por unos meses a conocer la realidad de sudamérica y ha regresado con la prosa de Eduardo Galeano en los labios y una experiencia vital en la memoria. Psicopedagoga vocacional, Gloria del Amo Garrido narra el antes y el después que ha supuesto su viaje en su carrera como educadora.

¿De dónde viene tu motivación profesional?

He pertenecido casi toda mi vida al grupo Scout de Laguna. Gracias a esta gran familia se forjaron mis ganas de descubrir nuevos paisajes, conocer otras formas de vida y supongo que con ello también nació mi pasión por la educación. Siempre me han gustado los niños y su desarrollo, estudiar el autismo me apasionó y actualmente me dedico a ello en León y puedo decir que me encanta mi trabajo.

¿Qué te llevó a lanzarte a este proyecto en un lugar tan remoto como es Argentina?

Últimamente había hecho voluntariados en entornos de exclusión social y me había formado sobre cooperación al desarrollo, lo cual me motivó a pedir una beca que me llevó a San Miguel de Tucumán. Ya había aprendido a viajar sola gracias a mi Erasmus en Bélgica así que la decisión fue sencilla.

¿Cuál fue tu primera impresión al llegar?

El día que llegué a Tucumán viví el mayor diluvio de mi vida. Las motos flotaban, pues apenas hay alcantarillado. San Miguel es estresante, llena de tráfico y gente. Pero el paisaje es impresionante y la acogida que tuve, buenísima. Los argentinos son cálidos y alegres, y cualquier motivo les sirve para hacer una fiesta. Además tienen tradiciones muy sociables.

¿Cómo era tu día a día como educadora?

Impartía clases a adultos sobre capacitación educativa y además trabajaba en barrios en situación de extrema pobreza prestando apoyo escolar y en actividades con adolescentes y sus familias.

¿Cuál es la situación en Argentina con respecto a la educación especial?

Es bastante similar a la de aquí. Los colegios públicos tienen pocos recursos para atender a niños con necesidades especiales, y no cuentan con profesionales cualificados. Lo peor es que las familias apenas reciben ayuda del estado y se necesitan grandes ingresos para su desarrollo.

¿Qué es lo que más te ha chocado en cuanto a las diferencias con España?

Sin duda, que las distancias socioeconómicas son enormes. Hay mansiones junto a asentamientos de casas de chapa sin ventanas ni agua corriente. La desigualdad genera delincuencia y mendicidad. Por suerte hay movilización social, sobre todo entre jóvenes. Algunos tucumanos nunca habían visto a una persona española y se partían de risa al oir mi acento. Desde que llegué me adapté a su cultura y sus costumbres y gané muchas experiencias.

Para terminar decidiste recorrer el continente…

Pude disfrutar de grandes maravillas, desde las cataratas del Iguazú hasta el Machu Picchu. Vivir dentro de una cultura tan distinta me ha abierto la mente y me ha hecho replantearme mi escala de valores: le das más importancia a cosas esenciales como las personas que te rodean y te vuelves más tolerante.

¿Qué proyectos te planteas actualmente?

Encontrar un buen trabajo en mi campo en España no está nada facil. Allí se presentan buenas oportunidades puesto que me valoraban mucho pero tengo claro que quiero construir aquí mi vida. Estoy estudiando para trabajar en la escuela pública, pues creo que hacen falta personas formadas para atender a niños con necesidades educativas especiales.