Fecha: 2 enero, 2019
Después de tres décadas de veteranía en el sector de la construcción, y tras pasar por países como Argelia a causa de la crisis de este campo en España, Luis Miguel Pérez cumple su primer año como encargado de producción de ferralla en un proyecto pionero a nivel mundial. Ejemplo de sacrificio y renovación, el lagunero revela las claves para adaptarse a una cultura radicalmente distinta.
Más conocido en Laguna de Duero por el nombre de ‘Ferralla’ que por el suyo propio, Luis Miguel Pérez ha sabido reconducir su carrera en el campo de la construcción buscando su oportunidad en un país tan remoto como Kuwait. Con más de treinta años de experiencia en el refuerzo de estructuras -muchos de ellos en empresas de la localidad- trabaja ahora, como encargado de producción, en un proyecto nunca visto hasta la fecha.
¿Cómo te surgió esta nueva oportunidad laboral?
La crisis en la construcción hizo que todo lo trabajado se desvaneciese, y tuve que abrirme paso en nuevos retos sin perder nunca la fuerza y la ilusión. Un buen día recibí una oferta por e-mail de un proyecto que me interesó, y en dos meses estaba trabajando en él. Desde septiembre de 2017 soy encargado de producción de ferralla para piezas, teniendo a mi cargo tanto a capataces españoles como a personal indio y filipino, que es la mano de obra habitual en estos países.
¿En qué consiste concretamente el proyecto?
Es la primera vez en el mundo que se realiza este tipo de construcción, que consiste en una nueva estructura para un aeropuerto basada en arcos de espina y costilla. La terminal tiene una planta en forma de trébol, y cada fachada ocupa 1.200 metros con un espectacular espacio central de 25 metros de altura.
¿Cómo se desarrolla tu trabajo y tu día a día?
Mi trabajo consiste en la planificacion y elaboracion de ferralla para el montaje de cada pieza, siendo encargado de todo el personal de mi turno. Trabajamos 24 horas al día en turnos de 10 horas, lo cual deja un estrecho margen para el poco ocio que hay en este país: la vida aquí se reduce a trabajar, dormir poco y comer bastante mal. Todos los viernes descansamos, aunque la vida en Kuwait está muy relacionada con el trabajo. Son muchos los extranjeros que trabajan aquí, donde en cambio los nativos cobran un sueldo del estado y apenas trabajan, salvo como funcionarios. Al ser mi empresa española tengo jefes y compañeros españoles, y aunque somos minoría se crean vínculos de amistad muy buenos. El único de Valladolid soy yo, haciendo patria (ríe).
¿Crees que en España podrías haber encontrado una segunda oportunidad en este sector o consideras que tu única opción era marcharte?
A diferencia de en España, aquí me ofrecen cobrar un salario digno sin tener en cuenta mi edad, sino mi experiencia laboral. La solución al problema que tenemos la veo muy complicada debido a la politización de todos los estamentos, la lucha de poder y la corrupción existente. Solo podemos seguir presionando a los de arriba para que la justicia sea independiente y castigue a aquellos que han acabado con un gran país.
¿Qué es lo que más te ha impresionado de Kuwait?
La vida es completamente diferente. Existe la prohibición de comer cerdo o tomar alcohol, y desde la invasión de Irak el país está muy americanizado: abundan los locales de comida rápida, coches impresionantes y locales que llaman la atención por su iluminación. Todo el país está lleno de centros comerciales, a cuál más hermoso, y llaman la atención los aromas y perfumes, casi una religión aquí. También hay playas privadas o públicas, pero la limpieza deja mucho que desear y el baño no es recomendable.
¿Ha sido muy difícil la adaptación tras tu llegada?
El choque no fue muy grande, ya que ya había vivido en Argelia. Simplemente hay que concienciarse del país al que vas y adaptarte. Se echa mucho de menos a la familia y los amigos, pero las tecnologías acortan las distancias. Sí que se echa de menos también la comida, y sí que me está costando aprender inglés, y el árabe ya es otro cantar…
¿Cómo te planteas tu futuro más inmediato?
Por el momento, esta Navidad, al igual que la anterior, la pasaré trabajando, y después volveré a Laguna de vacaciones y con muchas ganas (tenemos diez días cada cuatro meses). Entre mis planes está poder encontrar un empleo en España donde pueda desarrollar toda mi experiencia en este gran proyecto; me gustaría volver a Laguna lo antes posible, aunque no está en mis manos. Y si no es posible tendré que buscarme la vida otra vez, bien aquí o en el fin del mundo.
¿Recomendarías tu destino a los laguneros que quieran buscar salidas en el mundo de la construcción?
Si yo con mi edad he podido, todos los jóvenes que tengan un punto de emprendedores y quieran ganar experiencia conociendo otras culturas, siempre con ganas de trabajar, pueden ganar mucho bagaje con proyectos como el mío. Animo a todos los jóvenes a buscar su oportunidad, pues la calidad de vida la construye uno con mentalidad abierta y adaptación.