José Luis Gimeno: ”Trabajar en FASA ha sido una suerte, era como una gran familia”

Con motivo del 70 aniversario del Renault 4/4 entrevistamos al lagunero, presidente de la Asociación Amigos de Renault España y organizador de la concentración Vallclassic

La simbiosis creada entre FASA, Valladolid y Laguna de Duero es de dominio público para cualquier persona que haya vivido en la capital provincial o en algún pueblo de los alrededores. Como bien señala José Luis Gimeno, entre risas, “todo el mundo ha trabajado en FASA o conoce a un fasero”. Y es así, gracias a FASA y los puestos de trabajo que creó, varios pueblos experimentaron aumentos de población significativos, como es el caso de Laguna, que duplicó su población desde los comienzos de los 70 a los 80.

Tanto es así que Torrelago, uno de los barrios más emblemáticos del municipio, se construyó en 1977 debido a la gran demanda de una vivienda cerca de FASA, ya que la factoría Montaje 2 se inauguró en 1976. De hecho, José Luis residió en el barrio durante algún tiempo, y recuerda que en FASA “ha trabajado una gran cantidad de gente de Laguna. Lo sé porque yo entré de listero y uno de mis trabajos era repartir las nóminas, y al mirar las fichas, los conocía”.

Este boom demográfico para la ciudad de Valladolid y sus pueblos tuvo su génesis en el Renault 4/4, concretamente el 18 de abril de 1953, cuando sale el primer modelo del vehículo fabricado en la ciudad. Tal era la expectación que salieron doce unidades desde la factoría hasta el Ayuntamiento para ser presentados ante las autoridades.

Cuenta José Luis que uno de los problemas más grandes a la hora de presentarlos “fue encontrar a doce personas que tuvieran carné de conducir”, ya que en aquella época no era habitual disponer de uno. Tras una búsqueda sin frutos, “fueron los propios directivos los que condujeron hasta la puerta del Ayuntamiento”.

Otra curiosidad del Renault 4/4 fue que el mítico escritor y periodista vallisoletano Miguel Delibes tuvo la oportunidad de probarlo para hacer un viaje a Santander, del que volvió hablando maravillas del coche.
La influencia de FASA en la sociedad es innegable, y las personas que trabajaron allí lo recuerdan con gusto. Ahondando en su memoria, José Luis recuerda las temporadas de Navidad en las que los trabajadores “hacían con alguna calandra un belén improvisado para ambientar la cadena”, o tras adelantar el trabajo de producción, “calentaban las chapas con sopletes y lo utilizaban de plancha para hacer chuletillas o sardinas. Luego entrabas a la factoría y olía aquello como si fuera un restaurante”.

Además, Renault siempre se esmeraba en tener a sus trabajadores contentos y diferenciarse de la competencia añadiendo valor a trabajar para su empresa con elementos externos. Uno de estos elementos adicionales son las famosas “Piscinas de FASA”, de las que podían disfrutar los trabajadores en verano, acudiendo con sus familias y disfrutando de las instalaciones.

El concepto de “fasero” era un rango, ya que la empresa cuidaba mucho de sus trabajadores fuera de sus puestos de trabajo, ofreciéndoles ventajas adicionales como esta, que solo hacían que más gente a su vez quisiera trabajar en FASA. Para José Luis “trabajar en FASA ha sido una suerte, era como una gran familia”.

Ahora, ya jubilado, o como dice él, habiéndose convertido en “vigilante de obras”, preside la Asociación Amigos de Renault España, con la que todos los años organiza eventos relacionados con Renault y ayuda a expandir, más si cabe, la marca del rombo.

De hecho, es el culpable de Vallclasic, una concentración celebrada desde 2015 en la Acera Recoletos, donde coches Renault y Alpine se congregan desde todas partes de la geografía española para exponer sus joyas a cualquier visitante. Esto no es moco de pavo, ya que José Luis tiene una agenda con casi todos los coches clásicos Renault de España, y es capaz de reunirlos una vez al año en Valladolid.
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Uno de sus contactos más conocidos de José Luis en Valladolid es Jesús Arnanz Caballas, vecino de Laguna de Duero que atesora el Renault 4/4 más antiguo de Valladolid, matriculado en 1954 y con todos los papeles originales conservado hasta hoy en día. Impecable, cuidado con un esmero a la altura de la reliquia que lleva entre sus manos, Jesús conduce todos los días el coche, orgulloso y consciente de la gran adquisición que hizo hace casi ya una década.