Fecha: 11 abril, 2014

A. Morales ( Jugador profesional en el Spicom Sfantu Gheorghe ) : “Si tu sueño está en el extranjero no dudes en luchar por él”

Hoy, en Laguneros por el mundo, viajamos a Rumanía  de la mano de Adrián Morales, joven lagunero de 23 años que vive en  Sfantu Gheorghe, capital de distrito de Covasna, Transilvania. “Mou”, como más le conocen sus allegados dentro del municipio, ha viajado hasta tierras rumanas gracias a sus dotes como jugador de fútbol sala.   En sus seis años jugando para la Universidad de Valladolid ha conquistado varios títulos de renombre. Entre ellos, el  Campeonato de Europa Universitario o varios títulos ligueros, que le han servido como pasaporte para firmar por un equipo profesional, el  Spicom Sfantu Gheorghe. Como nos confirma Adrián,  el motivo de su marcha fue la necesidad de un cambio: “tras finalizar mis estudios universitarios había que aprovechar el tren. Gracias a mi representante Gustavo Redondo “Gusty”, llegó una buena oferta para venirme a jugar con él -ya que es representante y jugador en activo-. Me habló muy bien de la ciudad, del equipo y de los que iban a ser mis nuevos compañeros,  así que sabiendo todo esto y que él iba a estar aquí todo indicaba que iba a ser una buena decisión.”

Sfantu Gheorghe, como el mismo nos comenta, es “una ciudad pequeñita, de unos 60.000 habitantes.  Hay un parque con un lago que es muy bonito y varios edificios antiguos que merece la pena ver, como su Iglesia fortificada del siglo XIV, la biblioteca, su universidad o el Museo nacional de los székelys”. Su recomendación más llamativa para visitar: “el famoso Castillo de Drácula, que está a unos 50 kilómetros de aquí, y aunque yo no he tenido tiempo para visitarlo todavía sé que pronto iré a verlo”.

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Desde su llegada,  su adaptación a la ciudad no fue nada difícil: “es una cultura muy parecida a la española. Donde vivimos, Sfantu Gheorghe, es una colonia de húngaros en la que apenas habitan rumanos, solo tenemos trato con húngaros y estamos muy contentos por el trato recibido por ellos.

En el terreno deportivo lo que más me cuesta es adaptarme a una nueva forma de juego de fútbol sala, un juego mucho más rápido, directo y menos táctico. Para mi el  fútbol sala es  mucho más divertido, en el que prima más el ataque y el espectáculo.  En España hoy en día los entrenadores anteponen el resultado, es comprensible, pero lo priman tanto que a veces solo se preocupan de defender y se olvidan de atacar. La verdad que para mi estilo de juego, el fútbol sala rumano no es el que mejor me viene, pero poco a poco me he ido adaptando y hasta ahora estoy muy contento con mi rendimiento”.

Las diferencias respecto a España  nos comenta que son latentes: “realmente al vivir en una ciudad “húngara” esto es muy diferente, pero cuando viajamos a jugar fuera vemos la verdadera Rumanía. Un país en vías de desarrollo, en el que algunas ciudades están a la altura de España y otras muy por debajo en calidad de vida, infraestructuras, estilo de vida, etc… Lo que peor llevo de este país son las carreteras, no existen las autovías, por lo que cualquier viaje, por corto que sea, se convierte en un viaje largo debido a las carreteras, llenas de curvas y muchas de ellas en mal estado. Otra contra bastante grande es que en los bares se puede fumar, y para una persona como yo, no fumadora, estar comiendo o tomando algo y que estén fumando a tu lado no es muy agradable, como ocurría en España hace años”.

Aunque no todo siempre es tan malo, también, como nos confirma, vivir en Sfântu Gheorghe tiene  pros: “el estilo de vida donde vivimos no es malo, es muy tranquilo. Los fines de semana hay movimiento y eso siempre viene bien en una ciudad. Además hay bastante seguimiento por el fútbol sala, por lo que en casa siempre van muchos aficionados a vernos jugar”.

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Para este joven lagunero, desde su marcha ha habido cosas más positivas que negativas. Su debut, lo más memorable: “era un partido muy importante y de mucha rivalidad y el pabellón estaba lleno, jugábamos en casa ante unos 1.400 aficionados que no pararon de animar desde el calentamiento. Aquí tienen un ritual que es cantar el himno de Hungría antes de los partidos (El de Hungría porque pese a que vivimos en Rumanía, la ciudad es una colonia húngara en la que el 75 % de los habitantes son húngaros).  Fue espectacular, de las pocas veces que he estado nervioso antes de un partido en toda mi vida”.

Laguna de Duero está en su mente.Por ello Adrián no se arruga a decir que “echa de menos estar aquí con su familia y amigos”, incluso una de las tradiciones españolas por antonomasia, el vermut: “aquí no se hace y allí me encanta ir los sábados y los domingos por las mañana a tomar algo con mis amigos”.

Morales deja la puerta abierta a un futuro regreso, aunque, como nos dice, “no me gusta pensar en lo que pasará, pero está claro que mi deseo es jugar lo más alto posible en España sin renunciar a nada.  Si no es este año el siguiente, y si no el próximo.  Ya se verá lo que tengo que hacer, ahora hay que  formarse lo mejor posible y después de eso ya llegaran las oportunidades.

Por último, Adrián ha querido dejar un mensaje para sus vecinos: “nunca dejéis de luchar por vuestros sueños y si ese sueño está en el extranjero no dudéis en intentarlo.  No es fácil irse a otro país a vivir, pero merece la pena conocer sitios y gente nueva”.

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