Fecha: 28 noviembre, 2017
La familia Carnicero-Cañibano lleva ligada al mundo de las artes marciales desde hace años, en un deporte que Ignacio ha trasladado a sus dos hijos, importantes promesas en este campo
Como gotas de agua. Nacho Carnicero, comercial de profesión y karateca por devoción, empezó a los 10 años a practicar este deporte. Sus primeros pasos ligados al antiguo Club Karate Torrelago le llevaron a hacer de este deporte una forma de entender la vida. Actualmente, integrante del Club Jasbudo Laguna, es ‘coach’ y padre de dos de sus alumnos con más futuro. Confiesa sentirse feliz “por formar parte de esa gran familia, donde el ambiente y la educación priman sobre lo demás”.
Nacho, como todos le conocen, volvió a la práctica deportiva tras cinco años de parón –propiciados por un ritmo de trabajo frenético- gracias a sus hijos Mario e Irene, quienes decidieron seguir sus pasos. “El karate es más que un deporte, y tiene unos valores y una manera de ver la vida que en edades tempranas favorece el respeto, la autoconfianza o la disciplina”, afirma.
Destaca especialmente la figura del sensei José Alonso en Laguna de Duero. “Existe una involucración con sus alumnos máxima. Llevamos a cabo escritura y pintura japonesa, además de jornadas gastronómicas, donde la comida oriental cobra especial sentido”, apunta Carnicero.
Su hijo Mario, de 13 años, apunta maneras. Ha estado en dos campeonatos de España, donde previamente ha ganado el provincial de Valladolid y el Autonómico. Actualmente está dentro del Centro de Alto Rendimiento de Castilla y León de dicha disciplina. Presente en los Campeonatos de España, ha firmado un cuarto y un quinto puesto. Este año el objetivo para Mario será acudir a competiciones dependientes de la Federación Española y con cierto nivel, que le permitan coger el pulso necesario a este tipo de combates. También buscará presentarse a cinturón negro.
La buena sintonía entre padres e hijos ha llevado a que Nacho acompañe a Mario en el tatami. “Como buen conocedor del deporte y de mi hijo, actúo de coach en algunas competiciones para hacerle algunas indicaciones”.
Por otro lado, Irene, la más pequeña de la familia, con apenas 10 años ya ha sido campeona regional y ha sido convocada con la selección para algunas pruebas entre selecciones autonómicas. El pasado año ya compitió en la modalidad de combate tras adquirir el cinturón verde -los más pequeños empiezan compitiendo en kata-.
Con 29 años practicando este deporte, Nacho es cinturón negro primer dan en modalidad shotokan, así como cinturón negro en defensa personal Goshin. El IAIDO – arte marcial japonés también está entre sus inquietudes, donde destaca también como monitor federado de Karate a nivel regional. La familia Carnicero – Cañibano son un ejemplo de cómo el deporte y la familia pueden ser un nexo de unión y aprendizaje mutuos. “El karate me ha servido para formar mi personalidad. He tratado de inculcar estos valores en mis hijos, donde el compañerismo, la autoestima, la ayuda o el intentar alcanzar tus metas a través del esfuerzo priman dentro de este arte marcial”.