Fecha: 29 mayo, 2019
Javier Arenales y Mónica Dorado cumplen su primer año en Dalián, donde Arenales trabaja como arquitecto de soluciones para Ericsson en materia de implantación de tecnología 5G y donde ambos han encontrado la oportunidad de sumergirse en el idioma y la cultura que siempre les apasionó.
Diez años después de celebrar su viaje de novios precisamente en China y tras una larga temporada residiendo en Madrid, los laguneros Javier Arenales y Mónica Dorado no dudaron en mudarse a Dalián, donde, desde hace un año, han tenido ocasión de sumergirse en la cultura asiática.
¿Cómo fue la decisión de marcharos y cómo ha sido vuestra experiencia durante este primer año?
J.A.: Siempre quise tener una experiencia internacional, y aunque he viajado mucho por trabajo quería un cambio de verdad. Tras buscar posiciones en todo el mundo dentro de Ericsson, y después de estar a punto de irme a Israel en 2017, surgió esta oportunidad y no lo dudamos. La razón fundamental por la que estoy aquí es que hace dos años comencé a trabajar en un proyecto global de gente de aquí, donde tengo condiciones mucho mejores que en España.
M.D.: En mi caso, y tras encadenar varios contratos temporales en España, aquí tenía poco que perder y mucho que ganar. De momento me estoy enfocando en aprender el idioma (que ya es bastante). En España trabajé en selección de personal y el sector turístico. Conseguir trabajo en China no es fácil si no tienes un perfil especializado, aunque en los últimos años el español está cogiendo fama por la necesidad de comercializar con países de sudamérica. Aunque Dalián es pequeña si comparamos con Beijing o Shanghai, veremos si, en el futuro, podemos tener alguna oportunidad en ese campo.
En el caso de Arenales, ¿En qué consiste tu trabajo exáctamente y cómo está este sector en China?
J.A.: Soy arquitecto de soluciones. China será uno de los primeros países donde se implante la tecnología 5G y he estado trabajando en proyectos de cloud y automatización de procesos relacionados con ello. Actualmente soy el ‘driver’ dentro del centro global de China (con más de 1.300 personas) para la mejora y automatización de procesos software. En mi caso no me moví por falta de trabajo, aunque hay que reconocer que no hay demasiadas oportunidades en España: tenemos mucho potencial pero falta inversión en I+D, razón por la que muchos emigran fuera, además de por la falta de empleo de calidad. China, en particular, está invirtiendo mucho en ciencia y tecnología.
¿Qué ventajas y qué inconvenientes existe en la vida que lleváis en Dalián?
Como ventajas, existen varios grupos de extranjeros con quienes solemos hacer excursiones o viajes. Poco a poco vamos ampliando nuestro círculo de amigos locales y nos relacionamos con gente de decenas de nacionalidades. Económicamente hablando, la mayoría de las cosas son más baratas que en España, pudiendo comer todos los días por entre dos y tres euros.
¿Cómo ha sido el choque cultural con los chinos?
Tenemos miles de anécdotas: cada día es una aventura. Para empezar, son muy cotillas, y tras cruzar dos frases con cualquier vecino te lanzan preguntas comprometidas. Se cumplen otros tópicos, como que salen a la calle en pijama, no tienen sentido del ridículo, conducen fatal y la gran mayoría tiene poca o nula educación a ojos de un occidental. Además, comen a todas horas y no perdonan su siesta, aprovechando cualquier sitio para dormir, incluso la oficina. Pese a todo son una sociedad abierta en la que prima la obsesión por lo material. En el plano cultural, acabamos de vivir en Shanghai el año nuevo chino, un evento que moviliza a cientos de millones de personas. Aunque en el norte suelen celebrar menos las tradiciones, hemos escuchado petardos y fuegos artificiales durante dos semanas.
¿Cómo os planteáis vuestro futuro más inmediato?
De momento y si todo va bien, aguantaremos una temporada aquí. Después hay más posibilidades de irnos a otro país que volver a España, sinceramente. A pesar de todo, echamos mucho de menos a la familia y a los amigos. Somos conscientes de que nos estamos perdiendo cosas, por ejemplo ver crecer a los sobrinos o a los hijos de nuestros amigos. En este sentido, echamos de menos el trato humano diario, aunque quedamos a menudo con españoles o con gente local o de otras nacionalidades. Aparte de esto, salir de vinos o de cañas, porque aquí la gente no acostumbra a eso.
¿Recomendaríais China como destino laboral?
China no es un país para todo el mundo. Para venir aquí hay que tener la mente abierta y saber adaptarte, más que en cualquier otra cultura. Aún así, si hay oportunidad, nosotros lo recomendamos.En cuanto a oportunidades, obviamente si tienes una formación especializada, puedes encontrar tu lugar aquí. Como decíamos, se está invirtiendo mucho en ciencia y tecnología y hay cada vez hay más convenios con España. Para otro tipo de trabajos, es difícil, pues la mano de obra aquí es barata.