Fecha: 10 octubre, 2019
El ingeniero Ricardo Martínez Reques lleva cuatro años viviendo en Austria, junto a la frontera con Liechtenstein, donde trabaja como programador para Thyssenkrupp. Allí, el lagunero ha encontrado su oportunidad de vida gracias a la apuesta industrial de las zonas rurales del corazón de Europa.
Desde su primera toma de contacto con el alemán, cuando trabajó como ‘au pair’ en Hamburgo, Ricardo Martínez tenía claro que la lengua germana era la herramienta perfecta para abrirse puertas a nivel laboral. Así, y tras estudiar Ingeniería Química, aterrizó en Austria, con una beca Erasmus, un país que ha acabado convirtiéndose en su hogar.
¿Cómo fueron tus inicios en Austria?
Terminé la carrera y a las dos semanas ya estaba viviendo aquí. Tenía claro que quería venir a un sitio donde mejorar mi alemán y empecé buscando trabajos relacionados con la cerveza, pues siempre la he hecho en casa y es una de mis pasiones. Siendo joven hay que viajar y ver mundo, así que empecé en una pequeña empresa como programador de cervecerías por todo el mundo, para después pegar el salto a una gran empresa como es Thyssenkrupp.
¿A qué te dedicas exactamente en esta empresa?
Actualmente trabajo en la sede de Eschen (Liechtenstein) como programador de los autómatas de la planta, y soy responsable del software de unas cien máquinas distintas. Corrijo sus errores y programo nuevas funciones, optimizando los tiempos. Esta región es una zona con mucha industria, pero sigue siendo muy rural (el pueblo más grande tiene 50.000 habitantes), por lo que es complicado encontrar personal cualificado y al ser la cota de paro residual las empresas cuidan y valoran al trabajador.
¿Cómo es tu día a día en Feldkirch?
Desde hace tres años vivo, junto con mi mujer (boecillana), en Feldkirch, una bonita ciudad medieval que hace frontera con Suiza y Liechtenstein. Como curiosidad, tengo que cruzar la frontera todos los días. En invierno suelo ir en tren o autobús y en verano con la bicicleta, pues solo tengo nueve kilómetros desde casa. Los transportes son geniales y el abono anual vale treinta euros al mes. Es un lujo tardar veinte minutos en llegar y nunca tener retrasos por atascos.
¿Qué ventajas has encontrado viviendo allí?
Austria es un país muy social y aunque se paguen muchos impuestos luego se ve repercutido en el nivel de vida, que es muy alto. Al ser una zona muy rural, la gente es muy simpática y abierta y siempre hay muchos conciertos y eventos. Económicamente no se puede comparar, aunque los precios sean más caros, aquí hace falta personal y por lo tanto se paga bien. Una persona con un trabajo normal (sobre todo si trabaja en Suiza o Liechtenstein) puede ahorrar al año el salario medio de España).
En cuanto al ocio, el lugar permite practicar esquí, algo que es prácticamente obligatorio hacer en invierno. También soy bombero voluntario de Liechtenstein, puesto que aquí cualquiera puede serlo y mola un montón.
Otra de las ventajas es que, desde aquí, es fácil conocer otros lugares. En nuestro caso hemos hecho escapadas en tren a Viena, Budapest, Bratislava, Múnich o Zúrich, además de viajar a Polonia, Croacia, Montenegro y Bosnia, así como otros puntos fuera de Europa en ocasiones.
¿Qué es lo que más echas de menos de Laguna?
Como todos, la familia y los amigos. Pero también la cercanía de la gente, y el ambiente en general de tapas y la gastronomía. No voy a mentir, no hay nada como una caña con una ración de torreznos. De Laguna echo de menos las pachangas de verano en el poli, cascajo o sector, el entorno del lago o dar un paseo con el perro por el canal. Y por supuesto las fiestas, donde es genial reencontrarse con los viejos amigos de siempre.
¿Qué le dirías a alguien que esté pensando en buscar su futuro en Austria?
Que no se lo piensen dos veces, ninguna experiencia es mala en la vida. Aquí nadie regala nada y sin alemán te va a tocar poner tornillos, pero si eres buen trabajador se te va a cuidar y valorar. Yo por ejemplo tengo flexibilidad total de horarios, veintinueve días de vacaciones al año, un gran ambiente de trabajo y la posibilidad de seguir creciendo personal y profesionalmente. ¿Qué más se puede pedir?
¿Cómo ves tu futuro a medio y largo plazo?
No tengo una bola de cristal, pero creo que me quedaré aquí un tiempo largo. Me encantaría volver en un futuro, pero actualmente veo difícil que se me ofrezca una posibilidad real. Poco a poco van las cosas a mejor también en España y el paro ha bajado a la mitad desde el inicio de la crisis. Sin duda terminar con la corrupción política y generar industria ayudaría a dar ese último empujón.