Fecha: 9 enero, 2018

Tras buscar una transformación en su vida, Víctor Rodríguez cambió Barcelona por Melbourne, una ciudad cosmopolita que le ha permitido encontrar su lugar trabajando en un estudio de arquitectura y sumergirse en la cultura australiana, donde el estrés se diluye entre barbacoas, naturaleza y playas salvajes

Necesitaba un cambio de 360 grados y quería aprender inglés, además de seguir ganando experiencias, y tras dudar entre Vancouver y Melbourne se decantó por Australia. Allí, y tras superar todas las barreras, Víctor Rodríguez ha logrado seguir dando pasos en su carrera como especialista en diseño y arquitectura, conociendo un estilo de vida que le ha marcado por completo.

¿Cómo fue tu acogida en Australia?

Bastante buena, ya que en el aeropuerto de Madrid conocí a una chica que también venía e hicimos un grupito bastante rápido para salir y viajar por aquí. Después, eso sí, el hecho de buscarte la vida desde cero y que te entendiese la gente -sin que fuera por gestos- fue un poco difícil y desesperante…

¿Encontraste muchas limitaciones a la hora de entrar en un país tan proteccionista?

No, en realidad Australia necesita personal cualificado en muchos sectores y si reúnes ciertos requisitos te permiten ciertas visas para trabajar como un ciudadano australiano más. Mucha gente viene con la Working Holiday o la visa de estudiante, que permiten trabajar con algunas limitaciones, y a partir de ahí la gente busca otro tipo de visa para estar más tiempo en el país. En general la política de inmigración es bastante estricta: hasta si vienes de turista tu visado puede ser denegado dependiendo de los documentos que hayas entregado o si traes ciertas cosas prohibidas que puedan alterar su ecosistema.

¿Cómo ha sido tu evolución laboral allí?

Empecé en una cafetería a la vez que buscaba de lo mío hasta que me contrataron en el estudio donde estoy ahora. Básicamente me dedico a la presentación de proyectos para clientes, búsqueda y elección de materiales y visualizaciones arquitectónicas y de interiores.

¿Qué ventajas encuentras viviendo en Melbourne?

Diría que muchísimas: es una ciudad muy cosmopolita que ha vuelto a ser elegida por séptima vez consecutiva como la mejor ciudad del mundo para vivir. Ofrece muchos eventos y espectáculos y tiene un movimiento continuo, además de estar repleta de grandes parques, todos súper bien cuidados y con barbacoas, que tienen mucho que ver en la vida social de los australianos. En ningún momento notas el estrés de vivir en una gran ciudad. Su estilo de vida es muy relajado y tienen una conciliación laboral y familiar bastante seria: no entienden que trabajes horas extra en tu tiempo libre. Además, tienen conciencia social por hacer bien las cosas y por eso consiguen esa calidad de vida tan positiva.

¿Qué otros lugares has podido visitar allí?

Australia es tan grande como toda Europa, con lo que las distancias son enormes, pero aún así he podido conocer toda la costa este, llena de playas salvajes y lugares exóticos, como la playa Whitsundays, donde fue rodada ‘Piratas del Caribe’, o la Gran Barrera del Coral. También he estado en la famosa Great Ocean Road y en Navidades visitaré Nueva Zelanda, así como la costa oeste, en un par de meses.

¿Echas de menos España y Laguna de Duero?

Se echa de menos todo: familia, amigos, comida… pero lo llevo bien, intento pensar que está siendo una experiencia y que será temporal. Los primeros meses fueron más difíciles. Lo más complicado es estar a 24 horas mínimo en avión y no poder volver cuando te apetece. Aún no sé qué me deparará el futuro: veremos como va funcionando todo.

¿Qué le dirías a quien esté pensando en probar suerte en Australia?

Que si le apetece que lo haga, al final no va a perder nada, sino que va a ganar una experiencia que seguramente no te aporta un trabajo. Viendo esto creo que en España habría que replantearse el sistema laboral por completo y confiar en los jóvenes: son quienes traen nuevas ideas y quienes vienen con ganas de comerse el mundo.

Jpeg
Jpeg
Jpeg
Jpeg