Fecha: 16 septiembre, 2019

Varios vecinos fallecieron ahogados, en el Canal del Duero, cuando transportaban las reses al municipio, donde no volvieron a celebrarse eventos taurinos hasta 1953

Las tradiciones taurinas han acompañado, desde el medievo, las fiestas patronales de los pueblos de Castilla, tal y como señalan diversas referencias históricas. En el caso de Laguna de Duero, además del peso de las leyendas protagonizadas por San Pedro Regalado, el hecho de estar situado en un enclave cercano al Raso de Portillo garantiza definitivamente la antigüedad de estos festejos. En este sentido, hay que recordar que en este entorno, junto al Duero, desde siempre han pastado los toros bravos de la ganadería más antigua de España, los cuales han tenido el Privilegio Real de abrir las ferias reales obligatoriamente.

Precisamente hasta el Raso de Portillo se desplazaron, en el año 1904, un grupo de vecinos de Laguna, a fin de transportar las reses compradas para las fiestas. Lo que entonces ocurrió fue un terrible suceso que provocaría la suspensión de los festejos taurinos en el municipio durante casi medio siglo. Tal y como reflejan las memorias de alcaldía, y como constatan los registros del Gobierno Civil de la provincia, esta comitiva, que transportaba a los toros en un carromato, se vio obligada a desplazarse por Herrera, al estar el puente de Boecillo en reparación, deteriorado tras las lluvias del invierno. Al cruzar el Canal del Duero, las caballerizas que transportaban a los animales se espantaron, cayendo todos al agua y ahogándose.

En el suceso falleció todo el personal que había acudido a la dehesa, causando una conmoción en el municipio que llevó a prohibir estas celebraciones indefinidamente. No fue hasta 1953 cuando el entonces concejal, Gregorio Gutiérrez Pastor, y el alcalde, Eugenio Tasis Molina, propusieron reanudar los festejos. Tal y como apunta el ex concejal Pedro Alonso, durante estos años el gusanillo taurino de los laguneros era satisfecho en el vecino pueblo de Boecillo, ya que las fechas de las fiestas eran coincidentes.

Desde el restablecimiento de los festejos, en la segunda quincena del mes de agosto, todos los jóvenes y no tan jóvenes, después de acabada su jornada laboral, y armados de pico y pala, cavaban las correspondientes zanjas en la Plaza Mayor, donde se instalaban palos para dar lugar a un ruedo donde celebrar los festejos. Estos se llevaban a cabo durante los días 9 y 10 de septiembre, pues el día 8 estaba destinado a festejar a la patrona. Asimismo, se colocaban burriquetas y tablones para cortar las calles por donde se desarrollarían los encierros.

Posteriormente, y a partir de 1966, llegó la prohibición de usar vacas en los festejos, con lo cual las capeas y los encierros entraron en otra dinámica, haciéndose “más vistosos y espectaculares”. En 1968, y siendo alcalde Pedro González, se instalaría la primera plaza portátil. En 1971 se realizó el primer encierro nocturno en Laguna de Duero. En aquella época estaban prohibidos, pero aquel año alguien tuvo la fijación de hacerlo basándose en que se llevaba a cabo en otros municipios, y ello le costó una multa al presidente de festejos de 4.000 pesetas. A partir de ese año, la asistencia a los encierros nocturnos fue creciendo, de tal manera que esta práctica llegó para quedarse, hasta la actualidad.

Ya en 1979, siendo alcalde Francisco Delgado, el Ayuntamiento compró una plaza portátil más amplia, con un aforo de 4.500 personas sentadas. Dicha plaza fue cambiando de ubicación, determinándose finalmente su enclave en el pago de la Tomatera, hasta que, en 1994, se comenzaron las obras de la actual plaza bajo el mandato de Jesús Viejo. Esta fue inaugurada, oficialmente, el 8 de septiembre de 1995, rematándose el proyecto en 1997 con una última fase que le dotaba de 6.600 localidades. Pese al suceso que marcó las fiestas a comienzos del pasado siglo, Laguna continúa con su tradición centenaria hasta la actualidad.

En las imágenes de las plazas portátiles que hubo en Laguna, adquiridas por el Ayuntamiento e instaladas en diversos puntos, como la plaza de los Lavaderos o la plaza de la Tomatera. Más abajo, vista de la construcción de la actual Plaza de Toros, la cual comenzó siendo también portatil y cuyas obras arrancaron en 1994 para culminarse definitivamente tres años después.