Fecha: 15 abril, 2014
Cincuenta y cinco años. Se dicen pronto, pero Ana Luisa lleva toda una vida dedicada a vivir y trabajar por y para Laguna. Nació en la Calle El Sol en casa de sus abuelos, en un municipio para muchos desconocido. Por aquel entonces este pueblo vivía del campo y de su ganado. La llegada de la FASA trajo consigo una transformación económica y urbanística. Pese a ello Ana y su familia continuaron con sus labores en el campo y la pastelería.
P- Cuéntanos Ana ¿Cómo eran esos años en los que Laguna vivía del campo?
R -Nosotros vivíamos y vivimos del campo en la actualidad. Mi padre era agricultor y además me case con Tasio que también tenía este oficio. Mi hijo mayor continúo con estas labores ya que le encanta el campo y es labrador de los pies a la cabeza. A mí siempre me tiro más la pastelería, porque es lo que me enseño mi madre.
P- ¿En que ves que ha cambiado respecto al pasado nuestro municipio?
R -Ahora con tanta gente en Laguna, yo creo que no hay tanto ambiente. Ya no ves esas pandas de chicos que andaban correteando por la calle. Ahora vemos como mucha gente viene al municipio solo a dormir y no hay vida más allá de eso.
P – ¿Qué anécdotas guardas de aquellos años en los que vuestro establecimiento era el centro de actividad del pueblo?
R – Mis padres pusieron este establecimiento hace 57 años. Con él llegó la cuarta televisión en todo el pueblo. Aquí venían a ver Rin tin tin, Bonanza etc … todos los chicos y chicas de Laguna. La gente se lo pasaba fenomenal y además no gastaban un duro. También había el salón de baile y era el sitio donde la gente fumaba su primer cigarrillo en la juventud. Venían a pedir “medios”, que es lo que era un cubata hoy en día.
Nuestro establecimiento era el lugar de encuentro de todos los jóvenes y mayores del pueblo. Recuerdo como la gente comía pipas en los bancos o se reunían aquí para ir luego a las peñas, o discotecas. Tengo muy buen recuerdo de aquellos años. Muchos cuando entrar en nuestra tienda actualmente, me dicen: “vengo a verte aquí y me quito años recordando mi infancia”.
Cuando venían al Baile del Señor Alberto entraban aquí antes para comerse la milhojas o el abisinio. Se comían dos o tres y a veces hasta 4,5 o 6 pero no pagaban todos, daba igual. Son anécdotas para ellos y para nosotros.
Venía gente de todos los sitios: Boecillo, Herrera etc… sobre todo en los descansos de las clases.
P – Tu Ana continuaste con la labor de pastelera de tu madre. Ahora que todo el mundo te conoce por tus productos ¿Cómo te sientes?
R – Estoy orgullosa de continuar con la tradición pastelera de mi madre. Yo me he criado aquí toda la vida y empecé ya de pequeña vendiendo helados, subida en un cajón y desde ahí ayudaba a mi madre. Me siento contenta por mi trabajo y mi casa.
P – Para terminar, ¿qué es para ti Laguna de Duero?
R – Como Laguna no hay nada. Tiene sus cosas buenas y sus no tan buenas. Estamos a dos pasos de Valladolid y aquí además tenemos un montón de sitios para relajarnos como la acequia, el pinar. No hay muchas cosas donde comprar, pero para mí como Laguna no hay nada, es maravillosa.